23 dic 2019

Barroco

1.- INTRODUCCIÓN El estilo Barroco nace en Italia durante el último tercio del siglo XVI y perdurará hasta bien entrado el siglo XVIII. A la palabra barroco se le atribuyó un sentido peyorativo, ya que procede de la voz portuguesa barrueco, que significa perla irregular, y define al barroco como caracterizado por lo artificioso. A lo largo de mucho tiempo se le consideró un estilo deshonroso y una simple degeneración del Renacimiento. Pero por suerte ya ha sido superada esta fobia y actualmente es considerada una de las corrientes más bellas e importantes del arte. El Barroco conserva, en principio, las formas propias del Renacimiento, pero las fue modificando para hacerlas más flexibles e imprimirles una movilidad y un sentimiento desbordante, hasta alejarlas del equilibrio y del clasicismo renacentistas. Para comprender este estilo es preciso ponerlo en relación con la sociedad y el ambiente espiritual de su época. En este sentido la geografía del siglo XVII no es difícil de definir. Uno de los centros más influyentes es la Roma papal, centro de un arte contrarreformista que deriva hacia un barroco exuberante. Cercana, ideológicamente, a Roma está la Corte española de los Austria, con centros neurálgicos como Sevilla, Toledo y Madrid, en la Península Ibérica, y Nápoles, Lombardía y Flandes, en el exterior. A causa de la eclosión del protestantismo, la cristiandad europea había atravesado una profunda crisis. La Iglesia Católica tardó en reaccionar, lo hizo con el Concilio de Trento (1545-1563). Con él llegó un periodo de renovación, que se animó con la creación de numerosas órdenes religiosas, reconquista de territorios espiritualmente perdidos, y el desarrollo de una importante actividad cultural. Es en este contexto donde surge un arte adecuado a la renovación religiosa, especialmente apto para transmitir al pueblo el contenido de los dogmas y propiciar la difusión del culto a los santos y a la Virgen. La época del Barroco ‘triunfalista’ fue también la de los grandes santos y místicos. Pero el Barroco no fue un arte exclusivamente religioso, también tuvo enseguida una vertiente secular muy importante. Los siglos XVI y XVII fueron una época de afianzamiento de las monarquías europeas, y donde se pusieron los cimientos del Estado moderno, burocrático y centralizado. El Barroco convenía mejor que ningún otro estilo a estas necesidades de lujo y boato, y su difusión concordaba bien con los gustos de la opinión general de aquella época, en la que entraban a la vez el gusto popular por el espectáculo, y la convicción de los teóricos políticos de que “el poder sólo se realza adecuadamente si se manifiesta a los ojos de todos por un brillo fastuoso”. En este tema desarrollaremos las características principales del Barroco como estilo artístico, haciendo un recorrido por las particularidades del mismo en diferentes centros europeos. Introduciremos de un modo general los elementos básicos para comprender este estilo artístico, así como algunas manifestaciones artísticas de las más importantes. Finalmente acometeremos el desarrollo del Barroco en España y sus particularidades, para finalizar con el estudio y comentario de una de las principales obras del Barroco. La Plaza de San Pedro del Vaticano, obra de Bernini (1656).
 2.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL BARROCO A finales del siglo XVI, el clasicismo ha agotado sus posibilidades expresivas, siendo nuevamente Italia la cuna de una nueva forma de expresión plástica gracias a una serie de artistas que logran dar un nuevo sentido e interés a un clasicismo ya gastado, asimismo a la lógica en arquitectura o al equilibrio tenso de Miguel Ángel en escultura le siguen nuevas generaciones con la “sensibilidad fatigada” lo que hace que a la obra equilibrada y racional del Renacimiento venga a sustituirla la expresión desequilibrada del Barroco, que se manifiesta en arquitectura con elipses, parábolas, hipérbolas, sinusoides, hélices. Será a partir de ahora la arquitectura la que dirija la expresión plástica, de manera que la escultura y la pintura se ceñirán a ella, llegándose a una verdadera simbiosis de las artes, que se unirán para formar un todo magnífico en el que la capacidad del ojo humano no es capaz de distinguir donde empieza uno y acaba el otro.
 2.1.- LA ARQUITECTURA El Barroco, como hemos mencionado anteriormente, heredó las formas y elementos constructivos del periodo renacentista, pero modificó profundamente sus proporciones y las integró en conjuntos arquitectónicos dotados de una personalidad totalmente diferente y original. La arquitectura se convierte en un marco idóneo que acoge la plástica pictórica y escultórica, y las integra en un todo unitario. El espacio arquitectónico se convierte en theatrum sacrum en el que pintura y escultura son elementos de la representación. Uno de los rasgos más característicos de la arquitectura barroca es el gusto por lo curvilíneo; las formas se hacen onduladas, los muros y los entablamentos se alabean y dinamizan, los frontones se parten y resuelven en curvas y contracurvas hasta la completa desaparición de las normas y proporciones clásicas. Dinamismo que contribuye a la configuración de un nuevo concepto del espacio, que es otro de los rasgos característicos del Barroco: la interdependencia de las unidades del edificio en un todo coherente, dotado de unidad interior y exterior. La luz es un elemento importantísimo en la arquitectura barroca, al realzar la movilidad de los edificios y multiplicar los ángulos de perspectiva y el dinamismo de las formas; los arquitectos barrocos estudian cuidadosamente sus efectos en fachadas e interiores, y si complacen en crear efectos ópticos ilusionistas a base de luces indirectas que se proyectan en los interiores a través de claraboyas ocultas. La decoración se multiplica y se complica. Se inspira en elementos clásicos, tomados del Renacimiento, pero utilizados con más repetición y pomposidad. Los más utilizados son aquellos que reproducen elementos de la naturaleza. Se generaliza el llamado orden colosal o gigante que se inspira en algunos edificios del Bajo Imperio Romano y fue utilizado ya por los arquitectos manieristas; se caracteriza por el empleo de grandes columnas y pilastras que encuadran los elementos arquitectónicos de lasfachadas. Se tiende a hacer desaparecer las superficies lisas, que se enmascaran con nichos o elementos decorativos profusos. También se utilizan elementos arquitectónicos nuevos, sin apenas precedentes en el pasado, como las columnas en espiral o salomónicas y el estípite o soporte integrado por la superposición de elementos cúbicos y troncopiramidales, (el cubo y la pirámide invertida, símbolo de inestabilidad se unen y hace describir el arco mixtilíneo los trazados más inestables), muy acordes ambos con el gusto Barroco por el movimiento

2.2.- LA ESCULTURA En general posee un carácter naturalista; como la del Renacimiento. Pero se trata de un naturalismo totalmente distinto ya que aspira a reflejar la realidad tal como es, y no a través de su interpretación idealizada. La escultura barroca representa modelos inspirados en la vida cotidiana y estados anímicos variados, reflejados en toda su vibrante fugacidad. Gusta de los aspectos cambiantes de la vida y representa los rasgos individuales y aquellas actitudes que reflejan estados psicológicos desbordantes y conmovedores. En cuanto a la escultura religiosa, que constituye una de las facetas fundamentales de la escultura barroca, los escultores centran su atención de manera preferente en las manifestaciones del alma piadosa en toda su amplia gama, desde el dolor contraído del mártir a las conmociones del asceta o del místico, y en la plasmación viva y accesible a la intelección popular de los grandes misterios del Cristianismo. Las esculturas, durante el periodo barroco, adquieren una movilidad y un dinamismo proyectados hacia el exterior, los miembros de las figuras y los ropajes se desplazan hacia el afuera. Con frecuencia las figuras se agitan y sus miembros se contorsionan en actitudes extremas o dislocadas que sorprenden al espectador. La luz interviene activamente en la expresión de esta movilidad. Los ropajes de amplios pliegues, con entrantes y salientes muy acusados y contrastes de luz y sombra muy fuertes, esto tiene un carácter más pictórico ya que procura representar más la apariencia que la realidad misma de la forma. Todas estas características son especialmente aplicables a la imaginería (el arte de tallar imágenes religiosas) española del siglo XVII, que constituye, sin lugar a dudas, uno de los capítulos más originales y vigorosos en la historia del arte Barroco.
2.3.- LA PINTURA En el campo de la pintura, el Barroco trajo consigo innovaciones de primera magnitud en todos los aspectos. Se modifica profundamente, no sólo la temática y la actitud psicológica del pintor ante sus modelos, sino la forma misma de concebir la luz, el color y la distribución espacial. Muchas de estas transformaciones estaban ya en germen en la pintura del periodo anterior, concretamente en la etapa manierista del Renacimiento, pero es ahora cuando se desarrollan de forma coherente.
Al igual que la escultura, la pintura barroca es profundamente naturalista. Es en el campo de la pintura donde culmina el gusto por las representaciones de la realidad en todas sus facetas. Los pintores de este periodo se inspiraron constantemente en la realidad. Toda la gama de tipos humanos hasta llegar a los más vulgares, feos o deformes, atraen su atención. No vacilan en representar a personajes harapientos o lastimosos, o incluso contrahechos, en toda su crudeza.
La temática hagiográfica (vidas de los santos) adquiere un desarrollo extraordinario al igual que el retrato que adquiere también singular importancia y se enriquece de mil matices: el artista expresa el fondo psicológico de sus personajes en toda su variedad y riqueza sin idealizarlos, aunque, eso sí, revistiéndolos en muchos casos de soberbia elegancia. Se generaliza el retrato de cuerpo entero y se crea, de forma definitiva el retrato en grupo.
Pero donde el espíritu innovador de la pintura barroca encuentra su más acertada expresión es en el campo de la luz y del color. La pintura barroca elabora un nuevo concepto de la perspectiva, diferente de la lineal del Renacimiento. Culmina ahora la llamada perspectiva aérea, que intenta representar la atmósfera y la luz ambiental, difusa, que envuelve a los objetos, para así producir una impresión muy real de distancia.
El Barroco busca una sensación de profundidad homogénea. En la pintura barroca la luz de los objetos representados es relativa, y se desenvuelve en función del conjunto, creando así un sentido de unidad en las composiciones que no existía antes.
El Barroco aportó también innovaciones considerables en el campo de la composición y de la distribución espacial que implicaron una concepción totalmente distinta del cuadro. El artista barroco no concibe ya el espacio en función del cuadro ni distribuye las figuras en esquemas geométricos adaptados al lienzo, sino que concibe el espacio como ilimitado, es decir, sin estar distribuido en función de los límites de la tela. Heinrich Wölfflin ha definido esta innovación con el concepto de forma abierta o atectónica, frente a la forma cerrada característica del Renacimiento.
3.- MANIFESTACIÓN DEL BARROCO EN EL ARTE EUROPEO 3.1.- ITALIA
El estilo barroco nace en Italia y los nuevos mecenas de este arte son, principalmente, los Papas. Es por ello que el arte barroco en Italia mantenga unos esquemas clásicos donde prevalece la iconografía religiosa. Será Italia la que marque las pautas a seguir en el resto de Europa, con las obras y los artistas más significativos en este estilo, además de contar con la capital indiscutible del Barroco, Roma. 3.1.1. Arquitectura En Roma quedaba por concluir una obra grandiosa, de la que se encargará Carlos Maderna, añadiendo un cuerpo a los pies del esquema cruciforme renacentista, obra suya será también la fachada, baja, para no ocultar la cúpula, manteniendo el esquema dado por Miguel Ángel. De la decoración interior se encargó Bernini, realizando el Baldaquino con columnas salomónicas, fustes helicoidales, etc… elementos propios de un nuevo lenguaje artístico. Suya también es la Plaza que precede a la basílica vaticana, de la que hablaremos al final del tema.
Otras obras de interés y otros autores fueron Francesco Borromini cuya primera gran obra independiente fue San Carlos de las Cuatro Fuentes, se caracteriza por tener una planta de perfil ondulado en la que se funden una cruz y una elipse
Pietro de Cortona además de un excelente arquitecto, autor de la Iglesia de los Santos Lucas y Martina, junto al Foro Romano, se trata de una iglesia de planta en forma de cruz griega y un alzado muy esbelto, cuya fachada se curva hacia fuera. Sin embargo, a finales del siglo XVII, Roma pierde su papel director a favor del norte de Italia, cuya capitalidad se establecerá en Turín. Allí destacará la figura de Guarino Guarini, autor de la Capilla del Santo Sudario y la bóveda de San Lorenzo. Asimismo también destaca Filipo Juvara, arquitecto del rey Victorio Amadeo II de Saboya, especializado en la realización de grandes palacios como el Palacio Stupinigi en Turín.
3.1.2. Escultura 
A la hora de hablar de la escultura barroca en Italia, es un referente la figura de Gian Lorenzo Bernini, que marca toda una época. Sus características son movimiento exaltado de las figuras, búsqueda de las calidades en las texturas hasta un punto nunca antes aceptado en la escultura y, sobre todo, un profundo naturalismo. Ejemplo de estas características son la escultura de Apolo y Dafne y el Éxtasis de Santa Teresa.
3.2.- FRANCIA
 El barroco francés se caracteriza por ser de corte clasicista, con un gran sentido de la medida, aunque no por ello exento de monumentalidad, grandeza y nobleza. En general hablamos de una arquitectura más fría que la italiana, sin dar rienda suelta a la expresividad, la construcción será mucho más racional, donde aún predominan las líneas rectas frente a las curvas que prevalecen en otros países. La influencia italiana se hará patente pero en la claridad compositiva. Entre los arquitectos más importantes hay que destacar a François Mansart que dispone un pórtico central columnado con frontón triangular en el Castillo de Blois, al igual que en la iglesia de Val-de-Grâce. 
Otro de los arquitectos más importantes es Claude Perrault que levanta el inacabado Palacio del Louvre, siguiendo una estética clasicista. Pero sin lugar a dudas la figura más destacada fue Ardouin Mansart, autor de la Iglesia de los Inválidos de París, con una planta centralizada al más puro estilo renacentista, cruz griega inscrita en un cuadrado. Posee un acentuado predominio de la verticalidad coronada por una cúpula de doble tambor. Mansart también trabajaría en el Palacio de Versalles.
El barroco francés donde más innovaciones presenta es en el aspecto decorativo de los interiores, los muros se recubren de telas, maderas, tapices, mármoles, dando lugar al estilo decorativo, el más original de estos estilos es el “estilo Luis XV” llamado Rococó.

3.3.- INGLATERRA 
El fuerte arraigo del gótico en tierras británicas retrasó la llegada del barroco a la isla, de manera que durante el siglo XVII se realizan trabajos siguiendo la estética palladiana. Sin alejarnos de esta línea encontramos el trabajo de Sir Christopher Wren, la obra más destacada del barroco británico, la Catedral de San Pablo, coronada por una cúpula flanqueada por dos torres con templetes de remate, la fachada es de inspiración francesa. Otras de sus obras fueron la biblioteca del Trinity College, el Hospital de Greenwich y Kensington Palace.
4.- EL BARROCO EN ESPAÑA
 Durante el siglo XVII España vivirá una situación de crisis que repercute negativamente en el arte, la primera víctima será la arquitectura, dado que la construcción de edificios se verá ralentizada, y fundamentalmente se construirán obras modestas, de poca envergadura y de materiales pobres. Las nuevas aportaciones serán escasas manteniendo la severidad del estilo herreriano. La figura más destacada será Juan Gomez de Mora, arquitecto de la Iglesia Convento de la Encarnación y de la Plaza Mayor de Madrid.
En Madrid también trabajó Francisco Bautista, quien introdujo algunas notas barrocas en los ricos capiteles, órdenes colosales, retranqueo en los cuerpos de sus torres, una de sus obras es la Iglesia de San Isidro en Madrid. Fuera de Madrid encontramos otros arquitectos que utilizan elementos propios del barroco dentro de la tendencia española así encontramos a Ponce de Urrana en Valencia, que realizó la Iglesia de los Desamparados de planta oval y cubierta con una cúpula también oval, envuelta al exterior en un cuadrado.
En Andalucía se generaliza un tipo de templo muy básico de nave única, alta y estrecha, destaca Juan de Oviedo con la Iglesia de la Merced. Ya en el siglo XVIII la situación económica permite cierta recuperación y la recuperación de la arquitectura y será en Andalucía y más propiamente dicho en Sevilla donde se haga un mayor esfuerzo constructivo fundamentalmente con dos arquitectos, Leonardo Figueroa y Francisco Hurtado, entre sus obras destacan la Fachada del Hospital de Venerables, de línea clásica, la Iglesia de San Luis de los Franceses, que emplea columnas salomónicas y por último el Colegio de San Telmo, una de las fachadas barrocas más importantes de España.
En cuanto a la escultura barroca, es en España una de las manifestaciones más importantes del arte, las características más comunes son el dinamismo, la utilización de escorzos, el dominio de la diagonal, la apertura de líneas, abundancia de pliegues y preocupación por la luz entre otras, sin embargo, hay elementos personales como la búsqueda extremada de la expresividad en los rostros. El material más empleado es la madera policromada, mientras que el resto de Europa prefiere el mármol. En cuanto a la temática será casi exclusivamente religiosa, decoración de altares, sillerías, retablos, etc. sin olvidarnos de la proliferación de los pasos procesionales.
En cuanto a la escultura barroca no podemos dejar de nombrar Valladolid y por supuesto a Gregorio Fernández, un hombre de profunda religiosidad que plasmará en sus obras, un ejemplo es el Cristo Yacente de los Capuchinos del Pardo, utilizando características trágicas, centrando la atención en la cabeza, con mechones de pelo como mojado y la boca y los ojos entreabiertos. En la escuela andaluza destaca Martínez Montañés, escultor elegante y equilibrado el ejemplo de esta elegancia y equilibrio lo encontramos en el Cristo de la Clemencia, se trata de un Cristo crucificado y vivo, con un rostro sereno, sin sangre, sin huellas de tortura.
Las características más reseñables de la pintura barroca en España son el creciente aumento del naturalismo en las representaciones, carácter realista de las mismas. Los temas mitológicos son rechazados por los artistas, y en general todo aquello que forme parte del mundo de la imaginación. Serán los temas religiosos los que copen la mayor parte de los encargos, ya que eran realizados por la iglesia. Las composiciones suelen ser sencillas y serenas, quedando, en algunos casos, sacrificado el ritmo barroco, siempre en busca de la realidad. Existe una ausencia total de frescos y se realizan estudios muy en profundidad de los matices que aporta la luz.
La influencia del tenebrismo (Caravaggio) llega pronto a España y casi todos los artistas se harán eco de ella. Así pues se puede concluir de manera generalizada que la pintura barroca en España del siglo XVII, aúna los elementos de siempre del arte español, el fuerte realismo, el profundo sentimiento religioso, con otros importados de Europa. Sin embargo, dentro de la pintura barroca en España habría que hacer una división entre la primera mitad y la segunda mitad del siglo XVII.
En la primera mitad hay que destacar que las formas predominantes son las del naturalismo tenebrista de influencia italiana. Mientras que en la segunda mitad del siglo XVII, la difusión de los modelos flamencos y el nuevo sentido, más triunfal, colorista y opulento, que difunde la Iglesia, cambia por completo el tono de la pintura española, que de realista y tenebrista pasa al colorismo luminoso y al optimismo teatral del pleno barroco. En este sentido encontramos algunos autores de reconocido prestigio en la primera mitad del siglo, entre ellos cabe destacar Bartolomé y Vicente Carducho, ambos florentinos establecidos en España, en Vicente destaca obras muy bien compuestas y con un hábil sentido narrativo, destacan en él los lienzos pintados para el Convento Cartujo del Paular.
Francisco Ribalta establece un nuevo estilo de tono contrarreformista, colorista y realista aunque en sus últimos años realiza obras que son enteramente tenebristas. José de Ribera se caracteriza por su personal interpretación del naturalismo exagerando los elementos de la crispación y dureza, pero a la vez, y en su madurez introduce elementos coloristas, dinámicos y sensuales en sus composiciones. Las calidades de las telas y la piel las consigue utilizando una técnica espesa. Un ejemplo de su obra es la Inmaculada de Monterrey en Salamanca, obra de 1635.
Por su condición de pintor de los virreyes es uno de los pocos autores que trata temas mitológicos en España, un ejemplo es la obra Sileno borracho. En Andalucía destacan Zurbarán, Cano y Velazquez, aunque este último pasó buena parte de su vida en Madrid.
Zurbarán se caracteriza por representar con mucha sencillez el apasionamiento fervoroso y la cotidianeidad. Su estilo se mueve dentro del tenebrismo, utilizando contrastes de luz y sombra muy marcados. Entre sus obras más importantes está San Hugo en el refectorio de los Cartujos (Sevilla).
Alonso Cano es el más clásico de los pintores del barroco español, huye del realismo y se complace en lo delicado, lo bello, lo gracioso. Su obra maestra es La vida de la Virgen de la Catedral de Granada.
Velazquez es el más importante de los pintores españoles entre sus obras podemos contar El aguador de Sevilla (1620), La fragua de Vulcano (1630), La rendición de Breda (1635) o Las Meninas (1656) entre otras.
Los artistas más destacados durante la segunda mitad del siglo XVII son Antonio de Pereda bodegonista con un extraordinario dominio de la técnica y maestría en la representación de las calidades de las cosas, entre sus obras más importantes destaca El sueño del caballero (1650). Bartolomé Esteban Murillo es uno de los artistas más populares de España, es el pintor de la delicadeza y la gracia femenina e infantil, es por excelencia el intérprete de las Inmaculadas ydel Niño Jesús. Entre sus obras destacan La Inmaculada Concepción (Museo del Prado), La adoración de los Pastores (Museo del Prado).
Juan Valdés Leal es todo lo contrario a Murillo, se caracteriza por desechar la belleza e interesarse únicamente por la expresión, se caracteriza por los temas tétricos plasmados con gran maestría en los diferentes lienzos de las Postrimerías del Hospital de La Caridad en Sevilla, influenciados por Juan de Mañara, autor del Discurso de la Verdad.

5.- CONCLUSIÓN En el desarrollo del arte barroco influye de manera decisiva la Iglesia de la Contrarreforma, en la que la Iglesia Católica renuncia a las naciones protestantes, esta situación exige que la Iglesia Católica se vea en la necesidad de hacer una campaña “propagandística” que la lleva a convertirse en el mejor cliente del arte y los papas en los principales mecenas. La principal riqueza de este estilo artístico radica en la poca homogeneidad que encontramos en él, así hemos podido ver como el barroco francés, clasicista, poco tiene que ver con el italiano e incluso con el británico. Lo mismo ocurre con la escultura y con la pintura, especialmente la española, que como hemos visto depende del artista el mayor o menor grado de utilización de las técnicas propias del barroco. Desde un punto de vista didáctico, el currículo de la materia de Ciencias Sociales de 2º de ESO, establece como contenido a impartir en este nivel, la Europa de la Contrarreforma y es en esta unidad en la que se trabajan las características, de manera muy general, del arte Barroco en Europa. Sin embargo, será en la materia de Historia del Arte de 2º de Bachillerato, en la que se trabajen con mayor grado de profundidad y desarrollando las pautas para la realización de comentarios de obras de arte, el tema del Barroco en todos sus aspectos.

6 sept 2019

Petrarca. Trecento.

Petrarca. Cancionero.

I
Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;

del vario estilo con que me he dolido 
cuando a esperanzas vanas me entregaba, 
si alguno de saber de amor se alaba,
tanta piedad como perdón le pido.

Que anduve en boca de la gente siento 
mucho tiempo y, así, frecuentemente
me advierto avergonzado y me confundo;

y que es vergüenza, y loco sentimiento, 
el fruto de mi amor é claramente,
y breve sueño cuanto place al mundo.

II
Porque una hermosa en mí quiso vengarse
y enmendar mil ofensas en un día, 
escondido el Amor su arco traía
como el que espera el tiempo de ensañarse.

En mi pecho, do suele cobijarse,
mi virtud pecho y ojos defendía
cuando el golpe mortal, donde solía 
mellarse cualquier dardo fue a encajarse.

Pero aturdida en el primer asalto,
sentí que tiempo y fuerza le faltaba
para que en la ocasión pudiera armarme,

o en el collado fatigoso y alto
esquivar el dolor que me asaltaba,
del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme.
  1. ¿En qué lengua escribió, y por qué esto tiene relación con el Renacimiento?
  2. ¿Qué forma estrófica utiliza?

Cuentos de Canterbury

Cuentos de Canterbury
Sección primera - El cuento del administrador
Geoffrey Chaucer

EL CUENTO DEL ADMINISTRADOR

En Trumpington, no lejos de Cambridge, serpentea un arroyo cruzado por un puente. A una ribera de esta corriente se yergue un molino en donde -y os estoy contando la verdad- vivió un molinero durante muchos años. Era orgulloso y pagado de sí mismo como un pavo real; sabía tocar la gaita, cazar, pescar, remendar las redes, fabricar cazos de madera en un torno y luchar cuerpo a cuerpo. Colgado del cinto llevaba siempre un largo alfanje de hoja muy afilada, y en su faltriquera guardaba un puñal pequeño, muy bonito, que era un peligro para el que se le acercaba. Además, en sus calzas llevaba oculto un largo puñal de Sheffield. Calvo como el trasero de una mona y con una cara redonda de perro pachón, era la perfecta figura de un matasiete de mercado.
Nadie se atrevía a ponerle un solo dedo encima, pues había jurado que el que se atreviera lo pagaría muy caro. Era, a decir verdad, un bribón muy taimado. Solía robar trigo y harina. Se le apodaba Fanfarrón Simkin. Tenía esposa de muy buena familia: su padre era el sacerdote de la ciudad, quien para conseguir que Simkin la aceptase había tenido que darle una importante dote. La mujer había sido educada en un colegio de monjas, lo que para Simkin tenía gran importancia, pues, con el fin de mantener su posición de pequeño terrateniente, dijo que no tomaría esposa a menos que ésta estuviera bien educada y fuera virgen. La mujer era orgullosa y lista como una urraca.
Era un espectáculo ver a esta pareja en domingo: él la precedía por la calle con la cabeza cubierta por una caperuza; ella le seguía, con un vestido de color rojo, que hacía juego con las medias de él. Nadie osaba llamarla o dirigírsele sin decirle «Señora», ni a piropearla por la calle, a menos que desease que Simkin lo degollara con alfanje, cuchillo o daga (los celosos siempre han sido sujetos peligrosos o, por lo menos, esto es lo que pretenden que sus esposas crean). Como que su reputación no era muy clara, la mujer mantenía la gente a distancia (el agua de las acequias hace lo mismo) con altivo desdén. Creía que se le debía respeto, tanto por la familia de la que procedía como por haber sido educada en un colegio de monjas.
Esta pareja había traído al mundo una hija, que frisaba los veinte años; hijo, sólo habían tenido un arrapiezo que todavía estaba en la cuna, pues contaba seis meses. La muchacha estaba bien desarrollada y era algo llenita; tenía una nariz respingona, ojos grises, anchas nalgas, pechos empinados y redondos, y debo reconocer que su cabello era muy hermoso. Como era tan bonita, el sacerdote de la ciudad pensaba nombrarla heredera de la casa y sus tierras y ponía dificultades a que se casara, puesto que quería que hiciera un buen matrimonio con alguien que perteneciese a una digna familia de rancio abolengo. Las riquezas de la Santa Madre Iglesia debían caer en manos de alguien cuya sangre procedía de ella, por lo que él tenía intención de honrar la sangre divina, aunque para ello tuviera que devorar a la Santa Madre Iglesia.
Por cierto, que mucha gente acudía a él con el trigo y la cebada de toda la comarca circundante. En particular, había un gran colegio en Cambridge llamado King’s Hall, cuyo trigo y cebada molía. Un día sucedió que su administrador cayó enfermo y pareció que iba a morir sin remedio. A consecuencia de ello, el molinero empezó a robar cien veces más harina y trigo que antes. Hasta entonces él se había contentado con una mesurada expoliación, pero ahora era ya un ladrón a la descarada. El director se encolerizó y armó un zipizape, pero el molinero no cedió ni un ápice; profirió amenazas y negó la acusación en redondo.
Ahora bien, en el colegio del que hablo había dos jóvenes estudiantes, unos tipos testarudos dispuestos a todo. Simplemente por deseo aventurero, solicitaron del director permiso para ir a ver moler el grano del colegio. Estaban dispuestos a jugarse el cuello a que el molinero no conseguiría robarles, por la fuerza o por fraude, ni media espuerta de trigo. Al final, el director cedió y les dio permiso. Uno de ellos se llamaba Juan; el otro, Alano. Ambos habían nacido en la misma ciudad, un lugar llamado Strotherl, situado muy al norte del país.
Alano cogió todas sus pertenencias y cargó un saco de grano sobre el caballo. Luego, Juan y Alano partieron, cada uno con su buena espada y broquel al cinto. No necesitaron guía, pues Juan conocía el camino. Cuando hubieron llegado al molino, echaron el saco de grano al suelo.
Alano habló en primer lugar:
-¡Ah de la casa! Hola, Simón. ¿Cómo están tu esposa y tu chica?
-Bienvenido, Alano -dijo Simkin-. ¡Por mi vida! ¡Si está aquí Juan también! ¿Cómo os van las cosas? ¿Qué os trae por aquí?
-¡Vive Dios! Nos trae, Simón, la necesidad, que no conoce leyes -dijo Juan-. «Si no tienes sirviente, cuídate a ti mismo o eres un imbécil», como dicen los sabios. Nuestro administrador está a punto de morir de dolor de muelas, y por eso he venido con Alano a que tritures nuestro grano para luego llevárnoslo a casa. Espero que te des prisa en despacharnos.
-Ahora mismo lo haré; confiad en mí -dijo Simkin-. Pero ¿qué haréis mientras estoy trabajando?
-Yo me situaré junto a la tolva -le replicó Alano- y miraré cómo entra el grano. En mi vida he visto funcionar esta tolva tuya.
-Hazlo, Juan -repuso Alano-. Yo me pondré debajo para ver cómo la harina cae en esa artesa. Creo que lo haré bien, puesto que tú y yo somos tan parecidos, Juan. Soy tan mal molinero como tú.
El molinero sonrió para sí y pensó: «Esto es sólo una argucia: creen que nadie puede burlarles; pero, a pesar de su inteligencia y filosofía, a fe de molinero que lograré engañarles. Cuanto más inteligentes sean los trucos que utilicen, más les robaré al final. Incluso llegaré a darles salvado por harina. Como le dijo la yegua al lobo: “los que más saben no son los más listos”. Me río yo de todo lo que han aprendido en los libros.»
Cuando tuvo ocasión, se deslizó silenciosamente por la puerta y buscó el caballo de los estudiantes hasta que lo halló atado a un espeso arbusto detrás del molino. Se dirigió decididamente hacia la montura y le quitó la brida. Una vez suelto el animal, caminó hacia el pantano en donde había unas yeguas salvajes en libertad, y dando un relincho las persiguió a campo través.
El molinero regresó y no dijo una palabra; prosiguió con su trabajo haciendo broma con los dos estudiantes hasta que todo el grano estuvo totalmente molido. Pero cuando la harina estuvo en el saco y Juan salió y descubrió que el caballo no estaba gritó:
-¡Socorro! ¡Socorro! El caballo se ha escapado. Por el amor de Dios, Alano, muévete. Sal enseguida, hombre. Se nos ha extraviado el palafrén del director.
Alano se olvidó de la harina, del trigo y de todo. La necesidad de no quitar ojo de encima de las cosas se esfumó como por encanto.
-¿Cómo? ¿A dónde ha ido? -gritó.
La mujer del molinero entró corriendo y dijo:
-¡Ay! Vuestro caballo se ha ido con las yeguas salvajes del pantano, galopando tan deprisa como podía. La mano que lo ató era inexperta. Debiste haber hecho un nudo mejor con las riendas.
-¡Ay! -exclamó Juan-. Alano, desenvaina la espada; yo haré lo mismo. Dios sabe que no valgo más que un corzo, pero, ¡vive Dios!, no se escapará a nosotros dos. ¿Por qué no lo pusiste en ese establo? ¡El diablo te lleve, Alano; eres un imbécil!
Y los dos simples salieron corriendo lo más rápidamente posible hacia el pantano. Cuando el molinero observó que se habían ido, tomó dos arrobas de su harina y le dijo a su mujer que con ella hiciese un pastel.
-Te aseguro que voy a dar un susto a esos estudiantes -le espetó-. Un molinero puede chamuscar la barba de un estudiante, a pesar de los libros que hayan leído. Déjales que corran. Contémplales y ve cómo se van. ¡Que jueguen los niños! ¡No van a recuperarlo fácilmente, por mis barbas!
Los pobres estudiantes corrían de acá para allá gritando:
-¡Ojo! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Ahí! ¡Vigila por detrás! Tú le silbas y yo lo agarro.
En pocas palabras, por mucho que lo intentaron, el caballo corría tanto, que no pudieron cogerlo hasta que al anochecer lo acorralaron en una zanja.
Los pobres Juan y Alano regresaron sudados y cansados como el ganado bajo la lluvia. Decía Juan:
-¡Ojalá no hubiera nacido! Hemos sido burlados. Se ha reído de nosotros. Ha robado nuestro grano, y todos nos llamarán tontos: el director, nuestros compañeros y, lo que es peor, también el molinero.
Así refunfuñaba Juan al caminar hacia el molino llevando a su bayardo de la rienda. Encontraron al molinero sentado junto al fuego. Como era de noche y no podían ir a ningún otro sitio, le rogaron al molinero que, por amor de Dios, les diese comida y albergue a cambio de dinero.
Profirió el molinero:
-Si hay sitio, tendréis vuestra parte; pero ocurre que mi casa es muy pequeña. Ahora bien, como vosotros habéis estudiado, sabréis cómo arreglároslas para convertir un espacio de veinte pies de anchura en una milla. Ahora, veamos si el espacio os conviene. Siempre lo podréis hacer mayor hablando, que es como arregláis las cosas los que sois sabios.
-Oye, Simón -dijo Juan-, aquí nos tienes cogidos. Por San Cuzberto, cómo te burlas de nosotros. Pero muy bien dice el proverbio: «Un hombre solamente podrá tener una de estas dos cosas: o lo que encuentra o lo que trae.» Buen hombre, por favor, acógenos y danos comida y bebida, que te pagaremos a tocateja. No puedes cazar un halcón con las manos vacías. Mira; aquí están nuestras monedas, listas para gastar.
El molinero les asó una oca y mandó a su hija a la ciudad a buscar pan y cerveza; ató su caballo para que no se soltara de nuevo y les preparó una buena cama con sábanas y mantas en su propia habitación, a menos de doce pies de su propio lecho.
Allí cerca, en el mismo aposento, su hija tenía una cama para ella sola. Era aquél el mejor lugar que podían tener, por la simple razón de que no había ningún otro más en la casa donde dormir. Cenaron, charlaron, hicieron jolgorio y bebieron toda la cerveza que les vino en gana, hasta que hacia la medianoche se acostaron.
El molinero se había embriagado a fondo, pero la bebida no le había hecho subir los colores, sino más bien estaba pálido; le sacudía el hipo y hablaba por la nariz como si tuviera asma o un resfriado de cabeza. Se acostó junto con su mujer; ella estaba alegre como un grajo, pues también se había remojado el gaznate. La cuna estaba al pie de la cama para poder mecer al niño o darle de mamar. Cuando hubieron terminado la jarra, la hija se fue directamente al lecho, seguida de Alano y Juan. No quedó ni una gota de vino, y no tuvieron necesidad de ninguna poción para dormir. El molinero la había cogido de órdago, pues roncó como un caballo mientras dormía, dando ruidosos graznidos después de cada ronquido; pronto su mujer lo acompañó en el coro, metiendo más ruido que él, si cabe. Se les podía oír roncar a medio kilómetro de distancia. Para no dejarles solos, la hija también roncaba a placer.
Después de escuchar esta sonora melodía, Alano dio un codazo a Juan y le dijo:
-¿Estás dormido? ¿Oíste alguna vez graznidos semejantes? ¡Vaya concierto! Así les dé sarna. Es la cosa más horrible que he escuchado jamás. Y esto va de mal en peor. Ya veo que no pegaré ojo en lo que queda de noche; pero no importa, todo será para bien, pues te aseguro, Juan, que intentaré trabajarme esa chica si puedo. La ley nos permite alguna compensación, Juan, pues hay una ley que dice que si un hombre es perjudicado de alguna forma, debe ser compensado de otra. No hay quien niegue que nos robaron el grano. Hemos tenido mala suerte todo el día; pero como sea que no da satisfacción por la pérdida que he tenido, me tomaré la compensación. ¡Por Dios que va a ser así!
-Mira lo que haces, Alano -repuso Juan-. Ese molinero es un tipo de cuidado, y si despierta de repente, puede darnos un disgusto.
-Una pulga me da más miedo que él -repuso Alano, quien se levantó y se deslizó hasta donde se hallaba la chica, que estaba profundamente dormida panza arriba, pero cuando lo vio, estaba tan cerca que era ya tarde para gritar. En otras palabras, que pronto llegaron a un acuerdo. Pero dejemos a Alano divirtiéndose y hablemos de Juan.
Juan se quedó donde estaba unos cuantos minutos y empezó a lamentarse.
-¡No le veo la diversión! -se dijo-. Solamente puedo decir que me han tomado el pelo a fondo sin que, como mi compañero, obtenga algo a cambio. Él, por lo menos, tiene a la hija del molinero en sus brazos. Ha probado fortuna y le ha salido bien, mientras yo sigo aquí acostado como un saco de patatas. Y cuando se cuente esta aventura algún día, parecerá que he estado haciendo el imbécil. Me acercaré a tomar fortuna y ¡que pase lo que Dios quiera!, como suele decirse.
Por lo que se levantó y, sin hacer ruido, se acercó a la cuna, la cogió y sigilosamente la llevó al pie de su propia cama. Poco después, la mujer del molinero dejó de roncar y se despertó. Se fue a orinar, regresó y no encontró la cuna. En la oscuridad buscó a tientas aquí y allá, pero no la pudo localizar. «¡Dios mío! -pensó-. Por poco me equivoco y me meto en la cama de los estudiantes. Dios me proteja, pues me habría encontrado con un buen lío.»
Y siguió buscando hasta que localizó la cuna.
Entonces siguió tocando los objetos con las manos a tientas hasta que encontró la cama, pensando que era la suya, pues la cuna estaba junto a ella. No sabiendo exactamente dónde estaba, se introdujo en el lecho del estudiante. Se quedó quieta y se hubiese dormido si Juan, cobrando vida, no se hubiera echado encima de la buena mujer. Ésta pasó el mejor rato que había gozado en años, pues él la trajinó como un loco, entrando con fuerza. Así fue cómo los dos estudiantes lo pasaron tan ricamente hasta bien avanzado el alba.
Por la mañana, Alano empezó a cansarse de tanto trabajo nocturno y susurró:
-Adiós, dulce Molly; ya llega el día; no me puedo quedar más. Pero, por mi vida, que mientras viva y respire seré tu hombre, dondequiera que esté.
-Entonces ve, cariño, y adiós -dijo ella-; pero te diré una cosa antes de irte: cuando os marchéis a casa, al pasar frente al molino, detrás de la puerta encontraréis un pastel hecho con dos arrobas de vuestra harina, que ayudé a mi padre a robar. ¡Que Dios te bendiga y te proteja, cariño!
Y al decir esto casi se puso a llorar.
Alano se levantó y pensó: «Me deslizaré dentro de la cama de mi amigo antes de que rompa el día.» Pero su mano tropezó con la cuna y pensó: «Dios mío, sí que estoy errado. Mi cabeza me da vueltas después del trabajo de esta noche, y por esto no sé caminar recto. Por la cuna, veo que me he equivocado de ruta. Aquí duermen el molinero y su mujer.»
Así quiso el diablo que el estudiante se metiera en la cama en la que dormía el molinero. Pensando que se metía al lado de su amigo Juan, se colocó al lado del molinero, le echó el brazo alrededor del cuello y dijo en voz baja:
-Tú, Juan, imbécil, despierta, por Dios, y escucha, ¡por Santiago! Esta noche he jodido a la hija del molinero tres veces, mientras tú has estado aquí hecho un flan, temblando de frío.
-¿Qué has hecho, bandido? -gritó el molinero-. ¡Por Dios que voy a matarte, mequetrefe, traidor! ¿Cómo te atreves a deshonrar a mi hija, ella que es de cuna tan noble?
Y agarró a Alano por la nuez, quien a su vez se revolvió y le dio un puñetazo en la nariz. Un chorro de sangre le bajó por el pecho, y los dos se revolcaron por el suelo como dos cerdos en la pocilga, sangrando por la boca y la nariz, y se atizaron de lo lindo hasta que el molinero tropezó con una piedra y cayó de espaldas sobre su mujer, que no se había enterado de esta tonta pelea. Acababa de dormirse en los brazos de Juan, que la había retenido toda la noche, pero la caída la despertó sobresaltándola.
-¡Socorro, Santa Cruz de Bromeholme!-exclamó-. A tus manos me encomiendo, señor. ¡Despierta, Simón! Tengo un diablo encima. Mi corazón estalla. ¡Ayúdame, que me muero! Tengo a alguien sobre mi estómago y sobre mi cabeza. ¡Ayúdame, Simkin! Estos malditos muchachos están peleándose.
Juan saltó de la cama lo más deprisa posible que pudo y, a tientas, buscó un palo por la pared. La mujer del molinero se levantó también y, conociendo la habitación mejor que Juan, pronto encontró uno apoyado junto a la pared. Por la débil luz que daba la resplandeciente luna al filtrarse por la rendija de la puerta distinguió a la pareja que estaba luchando, pero sin poder saber quién era quién, hasta que su vista distinguió algo blanco. Suponiendo que eso blanco era el gorro de dormir de uno de los estudiantes, se acercó con el palo con la intención de darle un buen estacazo a Alano, pero le dio a su marido en plena calva, que cayó al suelo dando voces.
-¡Socorro, me han matado!
Los estudiantes le dieron una buena paliza y lo dejaron tendido en el suelo. Entonces se vistieron, recogieron su caballo y la harina y se fueron, no sin antes detenerse en el molino para recobrar el pastel hecho con sus dos arrobas de harina.
De esta manera el fanfarrón molinero recibió una buena paliza, perdió su paga por moler el grano y tuvo que apoquinar todo lo que había costado la cena de Alano y Juan y acabó cornudo y apaleado. Le jodieron a la mujer y a la hija. Este es el pago que recibió por ser molinero y ladrón. Ya dice bien el proverbio: «Quien a hierro mata, a hierro muere.» Los timadores, al final, acaban siendo ellos mismos timados. Y Dios, que se halla con toda su majestad en la gloria, bendiga a todos los que me han escuchado. Así he correspondido yo al molinero con mi cuento.

Desarrolla los siguientes puntos para que expliques al resto del grupo (narrando de manera oral una sinopsis del cuento) cómo es que este cuento representa formas de vida, creencias y valores del periodo (Trecento) previo al Renacimiento. 

  1. Roles sociales de los personajes, ya sea que desempeñen acciones o que sólo sean mencionados (ocupaciones: clases sociales).
  2. ¿Qué opinión tiene el molinero de quienes estudian?
  3. ¿Cómo es valorada la mujer y cuál es su papel en el cuento?
  4. ¿Por qué los estudiantes al final salen ganando y el molinero perdiendo? O sea, ¿cuál crees que es la “moraleja” o el “mensaje” del cuento.
  5. ¿Por qué crees que este cuento, en muchos aspectos irrespetuoso con la moral cristiana, puede ya anunciar una mentalidad renacentista?

1 sept 2019

Renacimiento y Modernidad

Cedart Miguel Cabrera. 
F. Montesdeoca. Historia del arte y la cultura III.

Ubicación del Renacimiento en relación con la Modernidad 

3 creencias:
  1. El Renacimiento representa el inicio del estado laico (el fin de la religión como centro ordenador de la vida social y cultural).
  2. El Renacimiento representa el inicio del humanismo. 
  3. El Renacimiento es el origen de la Modernidad

  1. El estado laico
  • La religión católica deja de estructurar de manera global la existencia social y cultural.
  • El filósofo contemporáneo, Slavoj Zizek, define la modernidad en términos de “secularismo”, dice que es el orden social en donde la religión ya no está integrada, ni identificada de manera total con ninguna forma de vida específica, sino que se vuelve autónoma; como consecuencia, se convierte en un fenómeno secundario de la vida social, pero no es el caso del Renacimiento, que en todo caso marca una independencia de pensamiento, no dogmático, pero sin romper necesariamente con la religión.
  1. El Renacimiento representa el inicio del humanismo. 
  • Según el historiador Norman Davies, la esencia del Renacimiento no radica en un redescubrimiento pasivo de la civilización grecorromana, sino en que cuestiona ese referente a través del uso (el reciclaje, la reinterpretación, la reinvención) que hace de los modelos clásicos.
  • Reafirmación de la naturaleza y el cuerpo. Francis Schaeffer plantea la idea de que el sentido del humanismo “secular” del Renacimiento, consiste en una perspectiva del mundo en donde el ser humano ocupa el centro y toma el lugar de Dios al determinar qué es lo verdadero y lo falso, lo correcto y lo incorrecto, desde su pensamiento, liberado de las nociones estáticas y eternas de la religión; pero esto no define una actitud de descreimiento y ruptura, sino que significa, según el mismo autor, que el mundo material de la economía, la sociedad y la política, funciona independientemente de la religión. Y estas circunstancias son las que marcan el inicio del Renacimiento.
  • Visto así, según Santo Tomás de Aquino, la naturaleza (la existencia material de las cosas), antes opuesta a lo divino (la espiritualidad pura), se vuelve lo más importante y el intelecto de los seres humanos se hace cada vez más autónomo. La filosofía se libera de la dependencia de la religión.
  • Esto nos conduce nuevamente a la idea del secularismo, y es así que los pintores comienzan a pintar figuras realistas, en lugar de las imágenes simplificadas que representaban los ideales de la divinidad y los símbolos de la doctrina y la historia sagradas, aun cuando pintan figuras bíblicas.
  1. La Modernidad.
El supuesto consiste en que la condición de la secularidad marca el surgimiento del humanismo y el inicio del Renacimiento, y este conjunto de características corresponden al mismo tiempo al inicio de la Modernidad, 
Stephen Toulmin ubica el inicio de la Modernidad en el Renacimiento, en especial en los representantes más tardíos como Montaigne y Shakespeare, quienes representan, según este punto de vista, una perspectiva postmedieval. Sin embargo este punto de vista no considera que el Renacimiento fue el responsable del antisecularismo y de la concepción del ser humano como centro, sino que es “moderno” en otros sentidos:
  • Admiraban y estudiaban las humanidades
  • (la palabra Humanismo se usa ampliamente para indicar cierto énfasis en los valores humanos, ya sean valores religiosos o paganos, científicos o no científicos.3
(abarcaba disciplinas como la gramática, la retórica, la poesía, la historia y la filosofía moral, todas ellas basadas en la lectura de los autores clásicos que habían escrito en griego y latín.
El estudio de las disciplinas mencionadas no era del todo nuevo, pues en las universidades medievales se habían cultivado durante siglos, con los nombres de trivium y quadrivium, la retórica, la dialéctica, la gramática, la aritmética, la geometría, la astronomía y la música,4 conocidas en conjunto como Artes Liberales).
  • los escritos de Montaigne ilustran la tolerancia, el escepticismo y la afirmación de la naturaleza y el cuerpo humano como parte de la mentalidad renacentista, que implicaba, también el argumento de que la mente y el cuerpo son inseparables.
  • Escepticismo flexible y tolerancia de la diversidad de las ideas y las culturas.
  • Tendencia para interpretar la realidad que parte de lo local, lee o particular de la experiencia a lo general.
  • Etapa de transición entre la Edad Media y la Modernidad racionalista.
Algunos referentes histórico-contextuales:
  1. 1436. Imprenta. Gutenberg. Tipos móviles.
  2. 1520. La reforma luterana (protestantes).
  3. 1630. Copernico.
  4. Erasmo de Rotterdam, Shakespeare, Rabelais, Michel de Montaigne.
  5. Reflexión teórica basada en aspectos concretos de la experiencia.
  6. Influencia del epicureísmo.

Contraste con la Modernidad racionalista. 
Comparado con la mentalidad del Renacimiento pensadores como Descartes y Newton proponen una forma anti-renacentista de la Modernidad, más orientados a formas abstractas y dogmáticas del saber.
Racionalismo siglo XVII (Descartes y Newton) representan una forma contrarrenacentista de la modernidad. Los antecedentes: los movimientos de reforma.
Dos modernidades (o dos etapas de la modernidad). Toulmin se pregunta sino hubo dos modernidades que definen los desarrollos posteriores de la modernidad.
  1. La modernidad renacentista (siglo XV y XVI). Fase humanista.
  2. La modernidad contra-renacentista (racionalista e ilustrada), que parte del impulso renacentista pero  en algunos aspectos clave representa una regresión (siglo XVII). Fase científica y tecnológica,

Descartes: alejamiento de las humanidades. Concentración en campos abstractos del conocimiento (y descontextualizados) como la geografía, la física y la epistemología. 
Algunos referentes histórico-contextuales:
  1. a. 1630. Galileo, Descartes: racionalismo.
  2. b.1648. Fin de la Guerra de los Treinta Años
  3. Formación de los primeros estados nacionales. 
  4. d. 1680. Isaac Newton.

3. Primera revolución industrial.
  1. 1760. Revolución industrial.
  2. 1776. Independencia de Estados Unidos.
  3. 1789. Revolución Francesa.
  4. Máquina de vapor.
  5. Fuentes de energía: agua y vapor.
4. Segunda revolución industrial.
  1. 1870. Proceso acelerado de industrialización. Gas, petróleo, electricidad. Nuevos materiales y procesos de producción. Medios de transporte (automóvil, avión) y comunicación (teléfono, radio). Primera globalización: internacionalización de la economía. Capitalismo monopolista.
  2. 1895. Modernismo en artes y literatura (arquitectura).
5. Tercera revolución industrial. Tardomodernidad, postmodernismo, Revolución científico-tecnológica. Revolución digital, Sociedad del conocimiento.
  1. 1970. Postmodernismo arquitectónico.
  2. 9 de noviembre de 1989.







Referencias bibliográficas

Davies, Norman. (1996). Europe: a History. NY: Oxford University Press.

Zizek, Slavoj. (2003). The Puppet and the Dwarf. The perverse core of Christianity. [En español: El títere y el enano. El núcleo perverso del cristianismo. Buenos Aires: Paidós. (2006).]

Toulmin, Stephen. (1990). Cosmopolis: The Hidden Agenda of Modernity. Chicago: Chicago University Press.


Leithart, Peter. (2005). Renaissance and Modernity. https://www.patheos.com/blogs/leithart/2005/05/renaissance-and-modernity-2/#