24 ago 2011

Origen del lenguaje

Imitación fónica.
                La naturalidad de la imitación fónica en el hombre es evidente en el conocido fenómeno de la ecolalia, o sea la tendencia a repetir un sonido que se oye súbitamente (…) La imitación de sonidos también se usa en la gritería expresiva y en el parloteo y debió servir al cazador como artificio para atraer a la presa. Otro ardid usado por el hombre, que quizá no se encuentre en otras especies, es el grito fingido como señal secreta, o sea, por acuerdo previo, para comunicarse entre sus amigos sin delatar su presencia a los enemigos. El hombre no se limita a imitar a otras especies animales, sino que también suele copiar el aullido del viento, el movimiento del agua y el impacto de los objetos. Emplea con igual facilidad vocales, consonantes normales y chasquidos.
El nacimiento del lenguaje humano
                (…) No cabe duda que ningún pre-hombre, hace 1,750,000 años, estaba en condiciones de idear o inventar el habla (…), pero cualquiera de ellos hacía uso relativamente inteligente de los gritos intuitivos y los empleaba socialmente. La exclamación puramente emotiva, aunque básica para todas las demás, tenía un valor indirecto para el desarrollo del lenguaje. El parloteo, compuesto de gritos expresivos, daba al hombre práctica en la conversación muchos milenios antes de que llegara a la versión moderna de esta actividad. Las partes del comportamiento vocal que habrían de contribuir mayormente al desarrollo del lenguaje eran las llamadas y las imitaciones.
                En esencia el sistema de la llamada se basaba en un solo vocablo fonéticamente vocálico, fuera oral, nasal u orinasal [oral y nasal], acompañado a veces de aspiración o cierre glotal, y con variaciones de tono, de volumen y de vocal, repeticiones rítmicas que en conjunto constituían su inflexión interna. Se usaba en multitud de situaciones para llamar la atención de los socios hacia el individuo mismo o hacia objetos y problemas. Según el volumen y la cualidad vocálica, daba a entender la distancia a que se refería; según los matices de tono marcaba la urgencia del caso, y se distinguía entre el peligro y la oportunidad de gozar. La voz llamativa, pues, es de por sí todo un sistema de comunicación. Su base es la localización. Es decir, se interpreta la señal en primer término según el lugar desde donde se emite. A veces el individuo llama desde un lugar para señalar algo en la distancia. Entonces indica con su propio movimiento o con gestos hacia dónde quiere llamar la atención. Puede precisar el sitio corriendo hacia allá. Si está lejos, puede contar con que sus compañeros lo acompañen hasta acercarse. En algunas situaciones (…) el volumen del grito marca la distancia. Cuando es peligroso emitir un sonido a plena voz, la cualidad de la vocal da un indicio aproximado de lo distante del objeto de referencia.
                La primera función del grito llamativo es atraer la atención de los compañeros sobre el individuo. En este caso sirve de pronombre de primera persona. Otras veces se emite para hacer que el compañero preste atención, y así resulta ser de segunda persona. Si se refiere a otro individuo u objeto ajeno, es demostrativo.
                La especie que no tuviera otro modo de comunicación que el llamativo, de todas maneras tendría en eso mismo un instrumento social de grandes posibilidades. Bien podría contribuir su empleo al desarrollo de su inteligencia. Esto fue indudablemente lo que ocurrió en los humanos, con ayuda de otros varios factores: la educación de la mano por la vida arbórea, el uso de objetos manipulados, el hábito de cargar a la cría y de allí la idea de transportar útiles y abastecimiento, la cacería y la protección mutua. Además, teniendo tantas actividades capaces de educarlo, el hombre tuvo la suerte, en varios periodos de su historia. De enfrentarse a condiciones demasiado difíciles que exigieron un avance violento en su capacidad de sobrevivir. Al desarrollarse el cerebro en general, nuestra especie pudo utilizar su sistema de señales llamativas cada vez con mayor inteligencia y efectividad. Sin embargo, no le bastaba eso y se valió de los sonidos imitativos para completar su lenguaje.
                La imitación, casual en un principio, fue más tarde un juego que a veces se habrá introducido en el parloteo (…) Además, aprendió a utilizarla en la cacería como artificio para atraer otros animales o para asustarlos y confundirlos. Llegó el momento en que los gritos imitativos, rebajados en tono, se combinaron con los demostrativos ya mencionados. Al principio no formaban construcciones lógicas como las del presente, sino que la combinación se manifestaba en una secuencia de sonidos hilvanados a la manera típica de los animales (…) El pre-hombre imitaba no sólo a los animales sino también el impacto de los objetos. Entonces, por ejemplo, pek pek pek podía pasar de la imitación casual a la comunicación para anunciar que caen piedras o para azuzar al compañero: “¡pega, pega!”. Estos vocablos podían también combinarse con el demostrativo.
                Aunque algunos animales producen sólo vocales y otros sólo orinasales o nasales, es probable que desde hace mucho nuestros antepasados pudieran controlar la cámara de resonancia, emitiendo ya un tipo, ya otro, y variando el timbre vocálico. Entre sus primeros vocablos debieron dominar las nasales m, n, ng, las orales i, a , u, y las orinasales correspondientes iN, aN, uN. Sin duda debieron producir la aspiración y el cierre glotal, ha, hah, ah, ha y sílabas semejantes. Combinando dos elementos, habrán pronunciado iá, úá, aí, án, n’a, etc. Acortando las formas disilábicas, llegaron a pronunciar vocablos como y. Las demás consonantes tal vez derivaron de la imitación, primero de los sonidos que acompañan a la ingestión de alimentos y su masticación, y posteriormente de otros ruidos.
                La modificación intuitiva tonal y vocálica de las llamadas se extendió hasta incluir algunas variaciones consonantes, tales como su combinación con la aspiración, la oclusión glotal y la fluctuación del punto preciso del contacto. Posteriormente se reestructuró en un sistema convencional y comunicativo y se separó aún más de los gritos espontáneos. Los matices marcados, del gruñido suave al rugido violento, fueron sustituidos por artificios que podían enunciarse a nivel apropiado sólo para el oyente. Los artificios adoptados se basaban en la modulación de los fonemas, tanto vocálicos y glotálicos, pertenecientes a la expresión emotiva, como consonánticos, adquiridos principalmente por la imitación. La inflexión interna de la vocal pertenecía principalmente a las llamadas, o sea al sistema demostrativo-pronominal, las variaciones consonantes se asociaban a las señales que representaban objetos y acciones. En el desarrollo del lenguaje hubo una invasión bilateral: los matices vocálicos se introdujeron a los elementos no-demostrativos para marcar la forma del objeto, y las consonantes se insinuaron en el sistema demostrativo, al principio de manera casual y después con significados precisos. Por el momento no sabemos cuáles fueron los primeros valores de los demostrativos consonánticos, pero es posible que, cuando el lenguaje paleoglótico haya sido reconstruido con cierto detalle, podamos tener algunas indicaciones sobre ello.
(…)
                La creación del lenguaje no fue ningún acontecimiento repentino, y no se ha detenido jamás. Se trata de una interacción continua y mil veces repetida entre el lenguaje intuitivo y el convencional. Esta influencia mutua seguramente era más marcada en tiempos antiguos, pero ni ahora deja de actuar. La creación de elementos lingüísticos todavía sucede, aunque también es frecuente que se tomen voces de otras lenguas.
Fuente:
Mauricio Swadesh: El lenguaje y la vida humana, México: FCE.

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